CUENTO INFANTIL / EL ORGANIZADOR
EL ORGANIZADOR
No pasaban ni las ocho de la mañana y aquel hombre ya había cumplido con aquel ritual para comenzar su día. Costumbre que desde niño llevaba a cabo. Dicho ritual constaba en alinear sus corbatas y zapatos, desinfectar las perillas de las puertas de su departamento, desempolvar los muebles, y escuchar aquella canción de fondo. Así era cada mañana en la vida de este hombre.
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Una
mañana en la que tenía que dirigirse al parque a entregar un trabajo, conoció a
aquella tormenta, que aún eran simples nubes cargadas de energías tempestuosas.
Sí, me refiero a alguien que sería muy especial en su vida, alguien que al
conocerse harían clic instantáneamente. Aquello era, nada más y nada menos que
una hermosa perrita, la cual capturo su atención cuando ésta se lanzó
directamente hacía su pecho, provocando que el hombre cayera súbitamente, pero
de manera, casi natural, prefirió abrazar aquel cachorro, dejando caer sus
trabajos. Así comenzaba una historia de tantas.
También puedes leer Lo que un día vestí.
‘’La
primera vez no se olvida’’ o ‘’la primera impresión es la que cuenta’’, eso es
lo que se dice normalmente cuando tratamos algo nuevo, y dichos aforemas fueron
justas para aquella pareja de hombre y amigo, amiga en este caso.
Aquella
cachorra el primer día había desordenado todo: zapatos, basura, ropa; manchas
de patas en el ropero, sillón, mesa, etc.; además de otros desconciertos para
la vida de aquel hombre. Cosa que tuvo que aprender a tomar con paciencia, y
claro saber tolerar, sin olvidar que debía entrenar al perro, no sería fácil. Y
no lo sería.
Pasados
unos días, aquel hombre cada mañana ya no sólo tenía que ordenar sus cosas, sino
que debía reorganizar su vida. Su paciencia se agotaba y las quejas de los
vecinos por su mascota estaban en aumento. Él estaba a punto de darse por
vencido, pensaba en regalar tristemente a su mascota, pero en donde hay
desesperación, también hay lugar para la esperanza si hay un motivo genuino.
Decidido el hombre, se dio una última oportunidad, por lo que fue directamente
donde estaba Zeta, y le dijo con voz tierna, pero segura:
—Debemos
adaptarnos, Zeta. No quiero que te vayas, y mereces quedarte conmigo, pero si
ambos seguimos andando como si no hubiera nada que perder, al final nos
perderemos.
Uno
quizás pensaría que aquel animal no comprendería esas palabras, pero si se
estuviera ahí, se podría percibir como el perro colocaba una atención total a
los sonidos que emitía aquel humano.
—Zeta, voy a entrenarte para que seas más calmada. Deberás mantener la compostura en la casa. Sé que te costará, pero no sólo tú te adaptarás, sino que también dejaré entrar un poco de caos en mi vida, ya que tu caos es la forma en que me dices que eres feliz, pero no debes de ser destructiva.
Esto último lo dijo muy risueño, luego abrazo a su perro, éste se paró de dos patas para abrazarlo con las delanteras. Era un trato tácito lleno de ternura entre dueño y mascota, entre amigos.
La historia no concluyó aquí, puesto que como todo dueño y amante de animales, uno sabe que las aventuras y anécdotas son vastas, e intentar resumir una bella historia entre humano y animal sería injusto para los protagonistas y el lector. Por lo que sólo diré que aquel hombre, como Zeta, siguen viviendo en aquel departamento. Ya no reciben ninguna queja. No sólo eso, aquella perra se volvió la mascota más conocida del edificio, debido a que todos los días esperaba a su dueño en la entrada, tanto del edificio como en su casa.
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