CUENTO JUVENIL / ESE MAESTRO

ESE MAESTRO

En una secundaria un maestro de química se dedicaba a impartir su clase. Era un día cotidiano, el maestro explicaba algunos conceptos básicos, colocaba algunos ejemplos, tanto en el pizarrón como verbalmente, y al final resumía el tema de una forma peculiar: ligándolo a la vida cotidiana. Nada fuera de lo normal hasta que los alumnos provocaron aquel momento especial.

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Aproximadamente, a mitad de clase, un grupo de alumnos inconformes expresaban que no era justo que dictara tanto, también exigían una explicación más sencilla de algunos conceptos.

—Maestro, estamos cansados de tanto apunte. ¿No es mejor que nos dé un resumen? — preguntaron—. Así usted puede terminar antes la clase y nosotros tenemos tiempo para descansar —dijeron los alumnos, creyendo que sus argumentos y pretensiones convencerían al maestro, sólo esperaban una breve afirmación. Pero no sería así.

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El maestro dejó su marcador al borde de la pizarra, dirigió su mirada hacia la salida del salón, y con tono lleno de aplomo, dijo: —¿Acaso son inútiles? —. Algunos alumnos se inquietaron, pero lograron permanecer en silencio.

—Les contaré una breve historia —continúo el profesor —. Cuando los buitres, o cualquier ave, tienen crías, estas comen y regurgitan lo que digirieron sus estómagos para que sus pajaritos tengan la facilidad de alimentarse. Esto es para no ahogarse, para digerir más fácil el alimento —. El maestro hizo una breve pausa, miro a sus alumnos.

—El simple hecho de imaginar comer vomito es desagradable, pero más desagradable es que ustedes sean como aquellas crías, pero sólo que de ellas se entiende, pues es su naturaleza. Ustedes me piden hacer algo asqueroso, que regurgite mis conocimientos, y se los dé de comer en hojas. ¿Les gusta la idea de tragar vomito intelectual, consumir resúmenes, leer lo sencillo, tener las respuestas? —exclamo seriamente el maestro.

—Para un estudiante la exigencia debe de ser propia, y pedirle al profesor que tome la misma postura. No quiero decir que anden por la vida complicándose todo, lo que digo es que no tomen el camino fácil. Que será rápido, sí, pero no les causara placer o satisfacción, ni hablar de la felicidad —. Luego caminó hacía su asiento y se sento.

—En fin, alumnos míos, no se queden con las sobras que les den, vayan por su propia comida. Lean, analicen, pregunten, investiguen, duden y aprendan, pero más importante, vivan y enseñen —. El maestro sentenció con estas palabras, luego siguió con su clase.

Los alumnos aprendieron que no deben de quejarse de algo tan minúsculo como los apuntes o tareas escolares, menos si la escuela es sólo un poco de lo que hay en el mundo de los niños, y que el mundo no siempre es lo que esperan, pero que esforzándose podrían hacer un cambio significativo.

Eso ha sido todo por hoy, querido lector. Si te has disfrutado de este cuento, apoya mi trabajo compartiendo y comentando que te ha gustado. Te agradezco y que tengas un excelente día.

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