CUENTO JUVENIL / LO QUE UN DÍA VESTÍ

LO QUE UN DÍA VESTÍ

En una oficina se encontraba un abogado exitoso. Él cual estaba charlando con su hijo sobre su etapa de rebeldía. Para el abogado no era ningún problema dicha etapa, ya que todos pasamos por aquella, sin embargo no quería que su hijo desperdiciara su tiempo en cosas de la edad, hormonales, e ideales sin pies ni cabeza.

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—Papá, tú siempre quieres que esté ocupado, que no salga con amigos, que invierta mi tiempo en cursos o talleres tontos, y sobre todo que evite no tener nada que hacer en mis tiempos libres. ¡Vaya!, que evite el ocio en poicas palabras. — Dijo el hijo de aquel abogado.

Luego de unos instantes de silencio, el abogado sólo agrego: —Bien, hijo, si quieres hacer lo que tú quieres, te pondré las siguientes condiciones: La primera. Ya no te daré más dinero para tus caprichos, sólo te suministrare lo justo, lo que es para tus necesidades. Es decir, no videojuegos, no salidas o cualquier otro proyecto personal que se relacione con dinero fácil. Eso tú lo pagarás. —Estaba sentenciando con aplomo aquel abogado a su hijo.

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Intentando interrumpir aquellas condiciones, el hijo lanzó quiso quejarse, pero su papá, levantando la voz, impero: —¡Déjame, terminar, hijo! — A lo que el hijo no le quedo más que quedar en silencio, si no quería empeorar aquellas condiciones.

Luego de aquel intento de reclamo por parte de su hijo, el padre continúo con aquellas condiciones: —Suponiendo que necesitarás dinero, tendrás que buscar un trabajo. Así que la segunda condición es que sólo comerás en mi casa lo justo. Los antojos deberán de ser justificados con tu salario.

De nuevo su hijo intento interrumpir a su padre, pero éste con un tono de voz más enérgica, se repuso y sentencio: —¡Silencio! Qué no ves que está es tu primer entrevista de trabajo. — mirando a los ojos a aquel joven, continuo el abogado— Entonces, joven, ¿quiere el trabajo? – Pregunto el abogado de modo casi sarcástico.

Cuando el hijo iba a responder que ‘’sí’’, fue interrumpido: —De acuerdo. Lo que la empresa le ofrece son cinco mil pesos al mes; la jornada sería de lunes a viernes, en un horario de siete a las dieciocho horas, pero puede que trabaje incluso sábados y domingos. Eso se verá de acuerdo a las exigencias de la empresa. —El abogado se paró de su asiento, respiro hondamente, y extendió la mano hacia aquel posible nuevo trabajador, y pregunto firmemente: —¿Qué dice? Toma el empleo.

El hijo de aquel abogado quedó anonadado, pero sabía que su papá hablaba en serio, por lo que no le quedó otra opción más que aceptar el trabajo.

—Bien, señor Isark, el puesto es suyo. Sólo una cosa más. Su papá nos autorizó descontar cada mes cuatro mil quinientos pesos, para que así pueda cumplir con la tercer condición, la cual es pasar renta. La cual incluye servicios de internet, cable, agua, luz, gas, entre otros; también cubre el mantenimiento de la casa, tanto limpieza como reparación del inmueble no previstos.

El adolescente al escuchar esto se puso rabioso y sólo pudo decir que dicho descuento lo dejaría con poco. A lo cual el abogado hablo: —Es verdad. El traje que le damos es prestado, y tiene un costo de quinientos al mes, por el costo de servicio de lavandería y planchado. —Como si no faltará más que le molestará más a aquel nuevo trabajador.

El papá de aquel sólo agrego: —Alguna duda, señor Isark.

Su hijo sólo agrego un seco ‘’No’’.

Luego de un tiempo incomodo de silencio, el padre de aquel triste trabajador se ergio para abrazar a su hijo, y de su boca emanaron las siguientes palabras:

—Exacto, hijo. Con nada te quedarás por sólo hacer lo que te divierte. No digo que sea malo divertirte, o que no consigas un trabajo de ensueño. Lo que digo es que si quieres divertirte o encapricharte de vez en cuando, debes también invertir en prepararte. Esta acción, tan simple, te llevará a acceder a mejores momentos de diversión y despreocupación, por así decirlo.

Después de esta charla, aquel joven comprendió que no es malo no estar de acuerdo, lo malo es no saber qué tanto cuesta un simple capricho o las simples necesidades que uno ve como fáciles o normales.

Eso ha sido todo por hoy, querido lector. Si te has disfrutado de este cuento, apoya mi trabajo compartiendo y comentando que te ha gustado. Te agradezco y que tengas un excelente día.

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